Enamorada siempre de él.
Por: Belkis Vidal. Telecubanacán.
Cuando lo vi por primera vez quede impresionada ante tanta fuerza humana. Su rostro me trasmitía confianza y su mirada me indicaba el camino correcto. Todos los días nos encontrábamos en el mismo lugar y en la complicidad de nuestra intimidad yo procuraba revelar el sentido de cada una de sus expresiones.
Así, pasamos juntos parte mis años de estudiante hasta que un día nos separamos. Yo tomé otro camino y nunca más lo he visto, aunque guardo en mi memoria el recuerdo de nuestros años felices. Han pasado treinta años y el sigue en el mismo lugar, con el mismo encanto y dispuesto a ofrecer a toda su sabiduría.
Su padre siempre lo imaginó tal como es, muy grande, monumental, fuerte como las piedras, pero con la sensibilidad de una vicaria. Inspirado en los versos de José Martí el progenitor de tan sublime creación sintetizó en su hijo los mejores valores del hombre nuevo.
Después de dos años de duro trabajo donde se mezcló la experiencia de un artista con la nobleza de la juventud, el 8 de Octubre de 1980 el escultor santaclareño Ramón Rodríguez Limonte presentó por primera vez y en público a uno de sus mejores hijos; el Mural de Ernesto Che Guevara.
Como quien da la bienvenida, la majestuosa obra está situada en el vestíbulo del edificio principal de la ciudad escolar; Comandante Ernesto Che Guevara de la cuidad de Santa Clara y se titula «Como el sol que calienta y fortalece con su amor a la tierra». Mide ocho metros por treinta y uno de largo y se realizó con piedras calizas naturales extraídas de diferentes lugares del macizo montañoso Guamuhaya .
Pesa alrededor de 50 toneladas y se hizo con la técnica del muralismo mexicano adaptada al estilo propio del escultor, quien se inspiró en la conocida instantánea del fotógrafo cubano Korda.
Treinta años después de la llegada del guerrillero heroico a esta instalación su imagen se mantiene tan firme y duradera como su ejemplo. Él continúa allí para recibir y trasmitir sus mejores valores éticos y morales a las nuevas generaciones de cubanos.
El Che de Ramón Rodríguez Limonte, desde su pedestal seguirá irradiando luz y calor a la ciudad que lo coronó como hijo ilustre y desde el fondo de su bitácora, se escuchará su eco de voz diciendo: Hasta la victoria siempre .
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